“Esto es como un gueto al revés. Nadie quiere salir y todo el mundo quiere entrar”. Así describe el escritor Juan Gabriel Vásquez el Hotel de la Amistad, un hotel de Beijing con una historia extraordinaria.
Lo hace en “Volver la vista atrás”, un libro que convierte en novela la peripecia vital del cineasta colombiano Sergio Cabrera. Su vida, de puro rocambolesca (fue guardia rojo en China, guerrillero en Colombia…) parece inventada, pero no lo es. Tampoco lo es el Hotel de la Amistad, una rareza que atraviesa muchas páginas de un libro sensacional en el que la Historia, con mayúscula, y la vida de un hombre, se trenzan hasta no saber dónde empieza una y otra.
Esta es un relato de política, utopías y paradojas. Para conocer su misión, porque el Hotel de la Amistad la tenía, y bastante ambiciosa, tenemos que viajar a la China de los años 50. Fue a mediados de esa década cuando el gobierno chino construyó un hotel para los contratistas rusos que viajaban al país a participar en la revolución maoísta. Era un complejo formado por quince edificios rodeados de jardines y un rótulo en el que se leía Beijing Friendship Hotel.
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Una vez que esa amistad entre China y Rusia se enfrió y los 2.500 huéspedes tuvieron que cruzar la frontera de vuelta a su país, el hotel cambió de uso y de clientes. A partir de entonces serviría para acoger a la mayoría de extranjeros que llegaban a Pekín huyendo del mundo “capitalista” y que querían ser parte de la transformación radical del país.
La explicación de por qué se alojaban en este hotel de paredes de piedra gris y techos de porcelana verde es fácil: a los extranjeros no se les permitía tener domicilio propio, por tanto, el gobierno concentraba allí a quienes llegaban pagados por él y a quienes denominaba expertos.
La familia de Sergio Cabrera era de una de las muchas que llegaron desde Latinoamérica borrachas de idealismo para instalarse en un país durante una larga temporada.
En el hotel vivían durante meses o años personas de todo el mundo que ejercían como profesores de español, correctores o traductores. Era una suerte de Torre de Babel en la que había familias enteras, la gente se enamoraba, estudiaba y sentían que hacían la revolución. En el hotel se podían encontrar jugando al billar un poeta peruano, un intelectual uruguayo y un profesor estadounidense.
El Hotel de la Amistad se convirtió desde los años 60 a los 80 en ese gueto del que habla Luz Elena, hermana de Sergio Cabrera y una de las protagonistas del libro de Vásquez, que ha publicado recientemente Alfaguara en España. Los habitantes de Beijing, al menos que trabajaran allí, no tenían acceso a ese lugar. Se preguntaban qué habría en ese hotel que era un cruce de paraíso y trampa.